La Promesa desde mi atalaya.

Por Ángel Abad Ayuso.

«Servimos… porque sólo sirviendo nos sentimos auténticamente libres».

Desde la atalaya, cada vez más roma en su arista, que me da el haber vivido,  intensamente y cada día, esta Organización desde hace muchas decenas de años quiero echar por un momento la vista atrás para recordar su andadura y sus principios, esos mismos que han inspirado toda mi vida y que han sido el horizonte que toda persona precisa para dirigir sus pasos y que, por supuesto, nunca alcancé fundamentalmente por mis muchas limitaciones que seguro que hubiesen sido muchas más si en un momento de mi vida no se hubiese cruzado en mi vida la Organización Juvenil Española, seguramente que no he sido todo lo bueno que debería, pero estoy seguro que la O.J.E. y sobre todo los hombres que me he cruzado en este largo camino me han hecho un poco mejor.

El nacimiento de la O.J.E. no fue casual, no fue ni siquiera la idea de un hombre que quería trasladar a un movimiento una forma de pensar y de vivir la vida. Fue un momento histórico en una España que quería dejar el blanco y negro de muchos sufrimientos llevados admirablemente por una generación maravillosa para dar paso al futuro, y entiendo que eso es lo que pretendían quienes con esmero crearon nuestra Organización, superar el mito machadiano de las dos Españas, para diseñar un movimiento juvenil para el futuro.

Hemos nacido con el sol de la plaza nueva. Hemos nacido para la paz.

Las primeras palabras pronunciadas por un cadete de la O.J.E. en su presentación oficial en El Parral eran premonitorias:

  • El primer aire que respiramos tiene en su entraña el aroma sereno, prometedor y alegre de la hogaza del pan caliente.
  • Hemos nacido con el sol de la plaza nueva. Hemos nacido para la paz

Y yo añadiría que habíamos nacido para el futuro, superando enfrentamientos y como mucho más tarde definiría maravillosamente José Ignacio haciendo de la amistad una religión.

Aunque no fue fácil el camino, en realidad nada ha sido fácil.

Seguramente que no todos pensaban igual, es más podría asegurar que muchos deseaban el fracaso de esa Organización que nacía para el tiempo nuevo más por lo quedaba atrás que por lo que venía que era difícil entonces de adivinar… Aunque no fue fácil el camino, en realidad nada ha sido fácil, en nuestra ya larga vida nos ha tocado muchas veces hacer realidad todos aquellos pensamientos y a veces sueños que había en nuestras canciones.

No podría pasar por alto alguno de los hitos que se quedaron grabados casi a sangre y fuego y sin ningún atisbo de rencor porque en cada momento fuimos capaces de reaccionar solidariamente ante cada uno de los problemas que se fueron presentando.

Parecía que había un sitio para todos menos para nosotros.

El caso es que en 1977, y para sorpresa de los que éramos dirigentes juveniles, por un decreto desaparece toda la estructura en la que estábamos integrados y por lo tanto la propia O.J.E., dándonos un exiguo margen de tres meses para adquirir un estatus legal. Así cumplido este margen de tiempo se abren nuestros locales, se nos retiran los presupuestos y se ordena a la gran estructura dirigente a todos los niveles que se incorporen a otros puestos de trabajo.

En una España de pactos todos estaban de acuerdo en que había llegado el momento de la reconciliación y parecía que sólo sobraba quien, desde su mismo nacimiento, había predicado con sus obras precisamente la hermandad, la unión y la camaradería entre todos los españoles. Parecía que había un sitio para todos menos para nosotros.

La O.J.E. además de unos principios tenía un alma.

Pero se habían olvidado del hombre, de los miles de hombres y mujeres, porque ya en un acto de rebeldía se habían incorporado formalmente a nuestras filas. No supieron darse cuenta que la semilla de la lucha por la justicia había florecido en nuestros Hogares, que la O.J.E. además de unos principios tenía un alma contra la que no podía atentar un decreto.

Nos quedamos en la calle buscando lugares perdidos de nuestra España donde acampar y seguir cantando. Quizás lo más doloroso fue ver como los cientos de profesionales que habían estado con nosotros nos abandonaban, con las honrosas excepciones de todos conocidas a los que nunca les podremos agradecer lo que hicieron.  Como solíamos decir: no se creían lo que nos dijeron, pero nos lo enseñaron tan maravillosamente bien que otros entendimos el maravilloso mensaje.

Lo urgente no dejaba sitio a lo importante.

Fue dura esta transición, tantas veces habíamos dicho que Per aspera ad astra que esta situación era toda una prueba, no es extraño que sin decirlo nadie hiciésemos de nuestro Envío casi un himno:

En tu propio solar quedaste fuera,
del orbe de tus sueños hacen criba
Pero allí donde estés cree y espera.

Fueron los momentos en que lo urgente no dejaba sitio a lo importante, hubo momentos que tuvimos que dar respuestas que casi no sabíamos, que tuvimos que ser nuestros propios clásicos, casi sin poder transmitir nuestras vivencias a los nuevos afiliados y casi sin poder evitarlo perdimos por un momento la ilusión, víctima del trabajo diario y también del sectarismo y los continuos agravios que estábamos sufriendo.

Surgió poner nueva música, nueva melodía a nuestro mensaje de siempre.

Como cada tiempo tiene su música y sus poetas surgió la reacción en forma de Compromiso, llegó el Horizonte 96, otra vez buscando el rearme, el lenguaje unívoco, el reafirmarnos en unos mismos valores, y surgió el Dejando Huella, la forma más maravillosa de poner nueva música, nueva melodía a nuestro mensaje de siempre.

Reaccionamos pidiendo literalmente la luna, elevándonos sobre nuestra situación y reclamar la utopía. Los mensajes claros de que nada era imposible:

  • Buscar lo que nunca existió.
  • Valen más volando.
  • Encender hogueras en el mar.

Y sobre todo reclamar algo que era y sigue siendo nuestra seña de identidad: El Servicio. Hay que sacar el espíritu de servicio a la calle, porque hace falta… Hay que contagiarlo… Y esa rueda de carro que es nuestra misión dio una nueva vuelta con palabras nuevas, con música nueva, con una melodía que volvía a prender entre nosotros.

La única asociación que se mantiene, lejos de federalismos o de mantos protectores, en toda España.

Quizás con el paso de tiempo podamos dar a aquel momento la importancia que en realidad tenía, la que nos podía abrir el paso al futuro, porque una Organización como la nuestra y los jóvenes que la integraban no podían ser anacrónicos.

Y es ahora, en el tiempo presente, cuando cumplimos 60 años, cuando tenemos que reafirmarnos en aquel mensaje, seguimos teniendo y defendiendo los mismos valores, pero podemos poner una nueva melodía que los haga si cabe más actuales, no podemos perder nuestra esencia por emplear palabras menos inteligibles para los jóvenes afiliados, se puede mantener nuestro ideario y a su vez hacer una adaptación pedagógica de nuestra Promesa, para que todos entiendan esos valores intemporales que la inspiran.

Pero si algo ha definido mejor que nada nuestra Organización ha sido su maravilloso lema Vale Quien Sirve, el que nos engrandece e iguala porque es la fuente de toda dignidad.  El que hace que cualquier trabajo y puesto sea una oportunidad de servir a los demás, el que hace que un día fuésemos cabeza de león y más adelante cola de ratón, el que pudiésemos pasar de ser una referencia macuto a la espalda, con realizar otras labores imprescindibles para la existencia de la O.J.E. La única asociación que se mantiene, lejos de federalismos o de mantos protectores, en toda España.  

La O.J.E. cumple 60 años. Felicidades. 60 años de vale quien sirve.

Ángel Abad Ayuso 

undefinedMadrid, 1952. Ingresé en la OJE en 1964. Mi historial es haber sido «ex» de todas las cosas, desde dirigir un Hogar hasta secretario general de la Organización. El la actualidad sigo vinculado como gerente de la misma, entidad que ha tenido a bien concederme todo tipo de recompensas, fruto de los muchos años de dedicación. Profesionalmente ejerzo como empresario de actividades turísticas.

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